martes, 18 de junio de 2013

Siguiendo a Tamakún

Donde el dolor desgarre
Donde el peligro amenace
Donde la miseria oprima
Allí estará Tamakún
el vengador errante

     Desde que vi la publicidad de la historieta por televisión -tendría unos 8 años- suscitó una inesperada inquietud en mí  por tenerla y no dejé de molestar a mi mamá para que me la comprara. Sentí una necesidad imperiosa por leerla  (no Batman, ni Superman, ni Spiderman), hasta que una noche ella llegó de trabajar y me la entregó. Con qué gusto y expectativa vi la carátula (solo la tapa era a colores, los cuadros y las viñetas eran en tono sepia). Para mí voltear la tapa de esa historieta fue como abrir un portal a otro tiempo, a otra realidad. La leí  con gran fascinación y a salto de mata mientras iba en un ómnibus esa misma noche: Sakiri el negro había dado muerte a su hermano el rey de Sarakardi, a la madre y a la novia de Tamakún; Roxana, la hermana pequeña, había sido secuestrada por las huestes del usurpador. Mientras el príncipe Tamakún regresaba de un viaje para hacer justicia, su tío Sakiri el negro implanta el terror en el reino, y aquel que se rebelara era lanzado a un oscuro pozo donde un enorme pulpo lo devoraba. Leí varias veces el primer número y siempre lo regresaba a su envoltura plástica con mucho cuidado.

     Mi mamá llegó a comprarme algunos números -hasta el N° 8 o 10-, luego, al ver que no terminaba la historia, dejó de hacerlo. Supongo que gastar 20 soles cada 15 días en una historieta infantil era algo oneroso. Pero a veces, los domingos, me daba mi propina y yo me iba al mercado a buscar al señor que alquilaba historietas: Superman, Tarzan, Turok, Archie y demás; las tenía colgadas en cuerdas sujetadas con ganchos de ropa, muchos se sentaban en bancas a leer con avidez sus revistas, pero yo me sentaba en unas escalinatas cerca a las historietas. Recuerdo que por fin después de muchas peripecias Tamakún logra encontrar a su tío Sakiri el negro, y en una lucha lo ve morir en una explosión. Pensé que la historia terminaba ahí cuando una mañana, al pasar por el mercado, noté que seguían apareciendo números. Mi inquietud se despertó nuevamente. Así empezó de nuevo el rito de alquilar la historieta cada domingo en el mercado para seguir las aventuras del príncipe Tamakún y sus amigos Zorka y Alí Yabor.

     Ahora la nueva aventura de Tamakún consistía en enfrentar a unas momias; uno de sus amigos, Zorka, también se había transformado en una momia. Aquí mis recuerdos se hacen vagos y con muchos claroscuros: veo a Tamakún luchando con la momia líder, en un momento el héroe está siendo estrangulado y la momia sintiéndose ya triunfante le gritaba frases hirientes al príncipe. Tamakún resistiendo las manos de tenazas de la momia, pensaba: "¡esa voz, dónde he escuchado, esa voz!". Las últimas viñetas que quedan en mi memoria son del príncipe Tamakún logrando arrancarle algunas vendas al rostro de la momia: ¡era su tío Sakiri el negro!
     Con los meses siguientes perdí de vista las aventuras de Tamakún, una dolencia al oído y una inyección mal puesta me tuvieron convaleciente semanas. Sin duda alguna estas historias de aventuras  exóticas fueron el inicio a mi gusto por la lectura. Solo ahora me entero que la colección completa constaba de 500 números, que sus inicios fueron en los años 40 como radionovela. Aún hoy algunas de mis tías que me visitaron en mi convalecencia me conocen como ¡Tamakún!, algo que me hace mucha gracia. La última imagen que guardo de esa historieta (ya bordeaba el número 150 en el mercado) es una feliz anécdota: durante un examen en el colegio -tercer grado-, respondí una pregunta y, en lugar de escribir Túpac Amaru II, puse: el príncipe Tamakún; y, mi hermana, que gustaba copiarme en los exámenes, había hecho lo mismo.

Así iniciaba la aventura del príncipe Tamakún.



9 comentarios:

  1. Gratos recuerdos amigo, yo también coleccioné Tamakún en su época, llegué a tener hasta el número 169, pasado del número 61 me fué muy dificil conseguirlo, era una pesquisa de puesto ambulante por distritos, pero en mi familia eran buenos tiempos y lo conseguían por mi...además era coleccionista de historietas y ese Tamakún fué parte de mi niñez. Hoy por hoy he llegadoa conseguir de manera digital ya como 400 números, me faltan más que nada salteados desde el 300 y algo hasta el 500, bien valió la pena buscarlos..comparto contigo el sentimiento, incluso conservo la Tarjeta Mágica de Tamakún, que apretabas la joya del turbante y se ponía del color de tu estado de ánimo; saludos.

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    1. Es cierto, a pesar de ser una historieta modesta en su diseño, ese sepia de las viñetas le daban un agregado de la que carecían las otras historietas que menciono. Como quisiera tener al menos el primer número en original, al hojearla de nuevo quizas resultaba un mejor post. Es una tarea pendiente el conseguirlo. Hagamos nuestro el lema de Tamakún....Saludos Sir !!!

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  2. Gratas memorias de una época dorada de nuestras vidas. Recuerdo claramente (aunque por aquel entonces la lectura, para mí, era una doncella atrevida y coqueta a la que no le hacía caso alguno) con qué avidez devoraba las revistas de aquel superhéroe hindú que cautivó por completó mi atención, como lector, en los albores de mi infancia. De hecho, si la memoria no me miente, ya había leído textos infantiles en mis primeros años de escuela pero nada, - absolutamente nada - llegó a interesarme tanto como las aventuras de este guerrero justiciero que hizo las delicias de mis primeros pasos en la literatura. Guardaba mis propinas con sumo cuidado esperando con ansias los Jueves para ir corriendo al kiosko de la esquina y adquirir el siguiente número. Cada nuevo capítulo me dejaba con más intriga que el anterior por saber qué pasaría, cómo se desenvolvería la trama en la siguiente semana. Con el correr del tiempo confieso que lo fuí dejando de a pocos, hasta que llegó el momento en que lo dejé atrás por completo. Pero algo es cierto, jamás olvidé a Tamakún, sus personajes y peripecias, aquellas simples revistas de historietas que dejaron en mí una huella imborrable que el tiempo no ha mermado en lo absoluto. Algo es muy cierto, a Tamakún le debo la fantasía, la magia, la belleza, la divinidad de soñar, de volar imaginariamente hacia aquellos lugares maravillosos, paradisíacos donde él, su reino, sus amigos, enemigos, mujeres hermosas que hacían su aparición iluminando el entorno..., impregnaron en mí un deseo que desarrollé de manera autodidacta con el correr de los años; mi amor, mi pasión, la delicia intensa e inigualable de adentrarme en el fantástico mundo del arte de la palabra escrita... mi amada y preciada literatura!

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  3. yo también soy fan de tamakun, he podido bajar ejemplares del 1 al 62 gracias a cayamuc por el valioso aporte a este comic latinoamericano, de chico tenia pocos ejemplares y en Perú costaba 20 soles y siempre se quedaba en parte

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  4. yo también soy fan de tamakun, he podido bajar ejemplares del 1 al 62 gracias a cayamuc por el valioso aporte a este comic latinoamericano, de chico tenia pocos ejemplares y en Perú costaba 20 soles y siempre se quedaba en parte

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  5. Creo que te confundiste ya que el tío Sakiri reaparece mucho después de la aventura de las momias. Regresa en la aventura La Muerte Negra bajo la máscara de Cayamuc.

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  6. Gratos recuerdos, esos cómics. Siempre compraba varias historietas en los puestos de revistas. A veces no tenía dinero para comprar. Nuestra pequeña ciudad era lejos de las grades ciudades y nos llegaba las revistas un poco atrasado por la distancia. Tenía casi toda la colección de tamakún y otros héroes del los cómics mexicanos. Todavía a mi edad de los casi 60 años me gustan las historietas de aquellos años 70. Tiempos que nunca más volverán. Saludos desde el sur de Venezuela. Frontera con Brasil.

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