miércoles, 27 de noviembre de 2013

Y... ¿Si fuera ella?

Sé bella y sé triste
Sí, bastó esta fotografía, una imagen suya que hallé al azar hace un año atrás, para que yo quedara, irredimiblemente, prendado. Había algo en su actitud doliente, en la forma de mantener los párpados rendidos ocultando casi las niñas de sus ojos, había algo en su rostro transido, en su mirada perdida y sin esperanza, en el ocaso de sus pupilas, en su largo y melancólico silencio que me impulsaron a buscar y saber más de ella: Gong Li. Entonces encontré otra imagen suya: sufrida, dura y egoísta a la vez, interpretaba a una malévola Geisha: Hatsumomo (Memorias de una Geisha), mujer atrapada en una tradición y en el estatus precario alcanzado que la alejan del verdadero amor y, en su amargura y resentimiento, quiere que su joven colega sufra lo mismo.


Si antes me encandiló su belleza impregnada de tristeza, ahora eran su sufrimiento y amargura las que terminaron por encauzar mi extraña y platónica devoción por ella. La primera imagen pertenece a la película Miami Vice que, por diversas circunstancias, nunca he visto, apenas breves escenas (ella baila una salsa con Colin Farrell). La segunda foto pertenece a la película: Memorias de una Geisha, la cual tampoco vi en el momento de su estreno, ni siquiera sabía que ella actuaba ahí. Pero al saberlo, por medio de un amigo, busqué el DVD y esperé con  creciente expectativa  su aparición.


Ahí estaba ella, mis ojos ansiosos no perdían ni un solo gesto suyo: ataviada en seda,  fría y engreída, miraba con desdén e ironía a la niña nueva en la casa de geishas. Hatsumomo era la geisha del momento, la más famosa y requerida. Pero, ajena a todo recato y nobleza, desde  su posición, altiva y orgullosa, le regala una frase ruin a la niña: "¡No toques mis cosas, tus manos huelen a pescado!" Hatsumomo guarda un secreto que, debido a su alto estatus, no puede vivir a totalidad. La plena convicción de su realidad la hiere intimamente. Es incapaz de renunciar a su privilegiado puesto, y, a la vez, es incapaz de vivir a la luz de todos su amor secreto.


La locura y el llanto la abruman cuando las amas de la casa de geishas descubren, alertadas por la niña, que tenía un amante; bajo la lluvia, algo más tarde, defenestrada por la niña hecha joven, la vi irse derrotada: sin amor, sin dinero, sin su fama. Entonces la película perdió interés para mí. El aire maldito que la envolvía no fue más. Hubiera querido seguirla bajo esa noche lluviosa y decirle:

¿Deseas que te amen?
Nunca pierdas, entonces,
el rumbo de tu corazón.
Sólo aquello que eres has de ser,
y aquello que simulas, jamás serás.
Así, en el mundo, tu modo sutil,
tu gracia, tu bellísimo ser,
serán objeto de elogio sin fin
y el Amor...un sencillo deber. (Poe)

He pasado meses buscando fotografías suyas y dedicándole poemas, procurando siempre que los versos se acerquen a describir la imagen, muchas de ellas son caracterizaciones para sus películas. Así, pues, un buen día descubrí algo que me remeció: ¡No la conozco de hoy! ¡La conocía desde hace 20 años! Ella era la muchacha sencilla y decidida que toma el valor de entregarse en concubinato a un adinerado hombre para salvar a su familia de la bancarrota. "Es el destino de toda mujer", dice ella resignada. Entonces recordé aquella película que vi en los primeros meses de universidad: Raise the Red Lanterm (Esposas y concubinas de Zhang Yimou, 1991).

Neruda, poema 2

Era ella la ingenua y voluntariosa joven de apenas 19 años en un pequeño mundo de mentiras, intrigas y siniestras obscuridades: Songlian. Recuerdo la amarga desazón que experimenté hacia el final de la película, lo cual ensombreció la  tierna fiesta de luces en tonalidades rojizas vertidas por las linternas al inicio; la calidez de las imágenes crepusculares que prodigaban las linternas en su casi ritual encendido al anochecer, se convirtieron en un blanco y frío aterrador en el epílogo: bajo el manto sereno e inmaculado de la nieve yacía la negra y tenebrosa locura.

Las promesas de un rostro

Himno a la belleza

La belleza por Baudelaire

La bella actriz china Gong Li...






jueves, 7 de noviembre de 2013

El siglo de un "pied noir": Albert Camus

Albert Camus y su look existencialista o el Humphrey Bogart de la literatura
En un viejo artículo del año 1962, Mario Vargas Llosa afirmaba que Albert Camus había sido uno de los príncipes rebeldes de la juventud francesa, pero que luego de su muerte (1960) pasó a ocupar el lastimoso puesto de un escritor oficial, desdeñado por el público y vigente sólo en los manuales escolares. Señala, también, lo curioso de la coincidencia entre la suerte del hombre y su obra (su prematura muerte) , pero al final concluye: "algún día resucitará el verdadero Camus, el prosista cuidadoso y cohibido ante el mundo que le tocó. Entonces se le leerá como se le debió leer siempre: como se lee a Flaubert o a Gide y no a Diderot o a Sartre"

"Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: 'Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias' Pero no quiere decir nada. Quizá haya sido ayer". Así empieza la novela El extranjero, con uno de los mejores inicios de la literatura contemporánea.
Para un adolescente de 16 años asomarse a la obra de Albert Camus puede ser reveladora, deslumbrante y algo oscura Camus contra Camu. Su personaje Meursault representaba para mí todo lo que un joven quiere vivir: disfrutar su libertad, de la naturaleza: el sol, el mar; experimentar el amor y no involucrarse en grandes problemas. Las descripciones que hace Camus sobre las ardientes playas argelinas y la inolvidable María Cardona con sus vestidos veraniegos, su cabello sobre el rostro, su piel árabe y su fácil sonrisa poblaron de modo perdurable mi juventud. Durante años sus vívidas imágenes me acompañaron aunque olvidara el nombre de la novela y el de su autor.
Pasarían largos 6 años para reencontrarme con esta espléndida historia y con mi platónico amor literario: ¡María! Alguien dijo que solo la literatura tiene el poder para alcanzar las profundidades del alma, algo de eso me ocurrió con Camus. Su prosa y ese "me es indiferente" que a cada momento pronuncia Meursault, me estimularon a buscar y saber más sobre él. Camus y Sartre


El extranjero es la mejor novela de Camus y una de las mejores de la literatura moderna. Aquella casi muletilla del extraño Meursault -un alter ego de Camus- respondía a la visión particular que tenía el autor ante la existencia: "quien permanece indiferente ante la vida ya no tiene gran cosa que perder, quien asume la pasividad y la resignación como normas vitales ya nunca será víctima de la desilusión". Solo una cosa saca de sus cabales a Meursault: la religión. Camus no se llamaba anticristiano "soy un pagano", decía; y eso se refleja en la novela: el sol, el mar, la contemplación de una calle, el cuerpo de María son la adoración de El extranjero pues le prodigan felicidad. Y entonces uno se pregunta: ¿cómo un hombre que es feliz arroja todo al abismo por un acto absurdo? el azar o las vueltas de la vida nos colocan muchas veces en situaciones extremas. Sin embargo, ya en prisión, Meursault no se siente tan desgraciado, en sus monólogos no se respiran amargura ni resentimiento: "a partir del instante en que aprendí a recordar ya no me aburría en absoluto" piensa. Aquí él toma plena conciencia de su situación y para él es un punto de partida, no el final.
Disfruté mucho la lectura de la primera parte, hacia la segunda, la historia se hace compleja y absurda: todo acusa al taciturno extraño, pero no tanto su crimen sino su actitud: su comportamiento ajeno a los convencionalismos sociales; por eso el título de la novela: el extranjero. Meursault no llora ante la muerte de su madre, bebe un café con leche, inicia una relación con María al día siguiente del entierro, va al cine a ver una película cómica con ella y, en repetidas veces, rechaza ver al cura. Ante los ojos del jurado y el juez y la gente, él es un monstruo. La maquinaria se hecha a andar al detectarse a un individuo peligroso que no asume las reglas de juego social: mentir, actuar, ser cínico. Su crimen, practicamente, queda en segundo plano. Albert Camus no convierte a su personaje en un ser heroíco o trágico frente a una sociedad malévola, solo es un ser enfrentado al absurdo y, este, con gran sentido común, decide caminar y atravesar ese camino sin dramatismos, ni odios, pero sí con una vaga ternura. La de aquel que sabe que ha vivido y ha sido feliz. Cuesta un poco creer que Camus tuviera 29 años cuando escribió esta novela (novela ensayo de estirpe existencialista) con tal profundidad y conocimiento de los avatares del hombre sumergido en la historia. Camus el primer hombre. Su novela La peste, su ensayo El mito de Sísifo, su drama Calígula y sus artículos periodísticos amplían los horizontes de su pensamiento. Esta novela no es una conclusión, es un punto de partida. Un "pied noir" caminó entre nosotros.

Cuán duro, cuán amargo es llegar a ser hombre.
El extranjero: audio



El extranjero: novela gráfica
Un pied noir para el nuevo siglo