En
la novela La peste de Albert Camus, el
existencialista francés utiliza la metáfora de la proliferación de ratas en una
ciudad que traen la enfermedad y la
muerte, para advertir sobre la insana y bestial invasión nazi en Europa; y de
cómo ésta debe ser combatida asumiendo un compromiso que una a todos en esa
tarea a primera vista inútil.
El
Alanismo -pues el aprismo ha muerto hace mucho- se ha vuelto una organización
que luego de cada gobierno que concluye lo hace casi exánime y apenas si logra
representación congresal en el siguiente gobierno. Pareciera que sus seguidores
de pronto cayeran en una especie de
sopor o en un estado de animación suspendida -como ciertos bichos- los cuales
se despabilan ante el anuncio de nuevas elecciones y, a toda costa, buscan
prenderse del nuevo gobierno y succionar de los recursos del estado. Para
variar siempre los persigue la sombra pertinaz de la corrupción, además de
innovar nuestra replana con los ya famosos: aceitada y faenón.
A
poco de ser inhabilitado, al parecer – Hildebrandt (Diario 16): si viviéramos
en un país decente, no tengo dudas de que esto se convertiría en un proceso
judicial formal y eventualmente en la cárcel del señor García, que es donde
hace rato debía estar. Si no hubiese prescripción ni sobreseimiento, tendría
que estar en la cárcel. Espero que ahora haya una reivindicación de la justicia
y se pueda convertir en el proceso que hace rato debió afrontar el señor
García- para las próximas elecciones, el otrora sonriente y locuaz Alan García
se ha presentado ante los medios peor que una plañidera ahumadora de procesión:
acusa persecución por parte del gobierno al que insulta por supuestas actitudes
chavistas -se ha llamado así mismo ‘amenaza’(ciertamente lo es, pero para
nuestro país)- y se victimiza al igual que hiciera en su teatralizado retorno
luego de la debacle moral, política y social del fujimorismo al que también
acusó, como hoy, de persecución política. Este viejo lobo político, más viejo
que lobo, inició su campaña.
¿Acaso
existe algo que el Alanismo pueda ofrecer en esta hora al país? (¿cómo debería
pasar a la historia García? Como el protagonista del segundo tomo de la
corrupción en el Perú. Si se trata de párrafos y libros, ahí está su papel,
tapa y contratapa. Es un maestro inigualable del comfort mal habido, del dinero
negro, de la comisión indemostrable, de la coima sin huella y del saqueo del
erario público. Y que me enjuicie si se atreve. Hildebrandt, Diario 16) Llegó al gobierno por segunda vez como el ‘mal
menor’ frente al nacionalismo, prometió el ‘cambio responsable’, se trepó a la
creciente ola económica dejada por el Toledismo y se dejó llevar por ella, se
posicionó plácidamente ante la derecha; pero la crisis económica mundial, el
terremoto en el sur y su enfrentamiento a las voces que le reclamaban un eficaz
uso de nuestros recursos naturales frente a inversionistas que pretendían
saltarse todas las reglas de juego posibles, para luego llamarlas “perros del
hortelano” terminaron por evidenciar su involución política y humana.
“Un
hombre sin ética es una bestia salvaje soltada a este mundo”, decía Albert
Camus; ha llegado la hora de detener a esa bestia desbocada de una vez por
todas, fue él quien evitó la llegada de Mario Vargas Llosa al poder y le dejó
el camino abierto al fujimorismo y su versión cínica y siniestra del
neoliberalismo, fue él quien oscuramente se alió al fujimorismo y luego
abofeteó a un valiente ciudadano, fue él quien intentó sabotear el gobierno de
Perú Posible, fue él quien nos humilló calificándonos como “ciudadanos de
segunda categoría” y pesimistas por no compartir su ‘visión’ sobre inversión y
extracción.
De
aquel otrora delfín apadrinado por Víctor Raúl Haya de la Torre, quien ganara
las elecciones del 85 en olor de multitud -decían: el APRA ha venido a quedarse
60 años en el poder- y dejara luego al país convertido en un paria mundial y a
la deriva, y, en su segundo gobierno, saliera casi por la puerta trasera, solo
queda el apodo que un cómico de la época le legara: Alan baba y los 40
compañeros. Este personaje ya no tiene cabida alguna en un país como el nuestro.
Un Perú que busca proyectarse al futuro empujado por una clase media: creativa,
laboriosa y emprendedora; clase media que casi destruyó en su primer y mediocre
gobierno.
Aún
existen peruanos que creen en un Perú en el que todas las pequeñas naciones que
lo conforman sueñan, como lo hicieran Basadre y Porras Barrenechea, en
devolverle a esta tierra su prestancia y real relevancia histórica. Unámonos en
esta tarea, combatamos esa peste política mesiánica que pretende roer el alma y
enrarecer la atmósfera de esta gran organización que es el Perú. Ojalá
alcancemos el bicentenario sin este lastre.
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