La Náusea, Jean Paul Sartre.
Antoine Roquentin, Diario :
“Lo mejor sería escribir los hechos
cotidianamente. Llevar un diario para comprenderlos. No dejar escapar los
matices, los hechos menudos, aunque parezcan fruslerías, y sobre todo clasificarlos.
Es preciso decir cómo veo esta mesa, la calle, la gente, mi paquete de tabaco,
ya que es esto lo que ha cambiado. Es preciso determinar exactamente el alcance
y la naturaleza de este cambio.
Por ejemplo, ésta es una caja de cartón
que contiene mi frasco de tinta. Habría que tratar de decir cómo la veía y cómo
la* ahora. ¡Bueno! Es un paralelepípedo
rectángulo; se recorta sobre……, es estúpido, no hay nada que decir. Eso es lo
que hay que evitar, no hay que introducir nada extraño donde no lo hay. Pienso que
éste es el peligro de llevar un diario: se exagera todo, uno está al acecho,
forzando continuamente la verdad.”
Muy
didácticas las líneas eh?...espero no caer en eso, aunque siempre habrán
hechos, personajes, momentos a los que es preciso -para otros: ineludible- darles, al instante de pergeñarlos en el papel (virtual), un plus durante la escritura;
por lo demás, siempre el simple acto de escribir un diario, por más que uno intente ser,
digamos: objetivo, existen elementos subjetivos que se filtran consciente o
inconscientemente en lo escrito. Y para mí podría ser interesante suscitar en un (im)probable
lector cosas que quizás nunca intentaba decir al momento de la redacción. Eso
es saludable y muy joroschó, porque entonces se inicia otra etapa, aquella que
llaman feedback. Y aquí el (im)probable
lector enriquece al que escribe. Llevar un Diario y, además, público, podría
ser azaroso y desde -ya me siento pudibundo- luego uno podría ponerse en la
mira…fuck off Me interesan muchos temas,
aunque espero no esparcirme demasiado (sabio consejo de un amigo).
Espero en algún feliz momento -aquí el azar es
necesario- al oír, oler o saborear algo me asalte de súbito lo que me gusta
llamar “el efecto Proust”: hay recuerdos y recuerdos, muchos de ellos yacen
como sedimento en lo más profundo de nuestra memoria, es imposible traerlos a
la superficie concientemente, únicamente los sabores, los olores y la música
pueden, o mejor dicho, podrían hacerlo pero en circunstancias únicas e
irrepetibles; o, lo más cierto: nunca. Llevar un diario invocando aquellos
recuerdos, entrelazarlos con lo actual y cotidiano e intentar sacar alguna
lúcida moraleja (qué ambicioso eh?) será algo así como mi botella al mar. Ojalá
llegue a buena playa y a manos de quien quiera leer a este náufrago epicúreo…
Saludos n{aufrago epicúreo y proustiano, bienvenido a la blogósfera.
ResponderEliminarBueno náufrago y epicúreo lo soy, proustiano no tanto aunque ese pasaje del té de tilo con el bollo de magdalena y sus efectos siempre me parecieron por demás interesantes, ya luego descubrí que los olores y la música pueden también producir esos efectos...gracias por la bienvenida Eva de Louis !
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