“La política y la suerte de la raza humana están
formadas por hombres sin ideas y sin grandeza. Aquellos que tienen grandeza dentro de sí mismos no
hacen la política” Albert Camus.
Cuando los hermanos se encuentran. |
Y pensar que
todo comenzó así: El alanismo, con notorios y seductores
bríos, había tomado la posta al aprismo. Alan inició su irresponsable enfrentamiento
con la casta bancaria; aún tenía -pensó- embriagada a las muchedumbres
con sus gestos carismáticos y su verbo
mesiánico, aún creía en convertirse en el gran líder latinoamericano ante el
FMI, Alan García Pérez el pichón del verdadero líder natural del APRA Víctor Raúl Haya de la Torre, se rodeó de
cortesanos a todo nivel. Fiel a sus inclinaciones francófilas, pensó: Soy el rey sol. Pero la realidad era otra y él nos hizo transitar a diario por ese
purgatorio largo y sombrío, penoso e insufrible. Nos convirtió en perro
muerteros y parias mundiales. La desazón
y la incertidumbre dieron paso al oportunismo de un ignoto personaje surgido
del olvido que despotricaba de los partidos
tradicionales.
En medio de la barca que naufragaba el pichón
tuvo la suficiente “lucidez” y los maquiavélicos arrestos, teniendo como botín
al estado infestado de compañeros, de aceitar –a diario- la maquinaria
agonizante contra la candidatura de Mario Vargas Llosa para apoyar la del
advenedizo japonés y así evitar y entrampar cualquier posible investigación
seria a su maloliente quinquenio. García
Pérez se fugó fungiendo de perseguido político hasta París llevándose a rastras
su larga y pesada sombra de corrupto.
Aquí, entre nosotros, ¡oh desgracia la nuestra!, se adhirió al
poder una lapa mafiosa con actitudes mesiánicas quienes trajeron consigo una versión trastocada del neo liberalismo. Cómo
será de miserable nuestra política que muchos de los que acompañaron a Vargas
Llosa en sus ideales neo liberales terminaron abrazando, con más
fervor, la chamuchina de Honradez, Tecnología
y Trabajo; una versión furibunda, oscura y grosera del neo liberalismo (Berlin -IsaiahBerlin- es uno de los más importantes pensadores
políticos de nuestro tiempo y uno de los pocos cuya obra deslinda con perfecta
y sistemática coherencia el liberalismo
recortado y sectario de quienes lo entienden como una exclusiva doctrina
económica de defensa del mercado, de quienes, como él mismo, ven en él una doctrina en la que la
tolerancia, la coexistencia política, los derechos humanos, el espíritu
crítico, la cultura y la fiscalización del poder son tan importantes como la
propiedad privada y la economía de mercado para estimular el progreso social. Mario Vargas Llosa).
Luego, todo es reciente y harto conocido,
nuevamente la realidad se mostró tal cual: no
éramos los tigres económicos de Latinoamérica, tampoco un país con futuro, seguíamos siendo un país primario
exportador, dependiente de los cambiantes precios internacionales de
nuestros no renovables recursos naturales. Otra vez estábamos a la deriva: la
incertidumbre, la recesión, la corrupción pantagruélico, un diario
espectáculo, nos tenían sitiados.
El
mesías aquel fue elevado a los cielos japoneses, descendió al infierno y
ahora su jauría clama por su regreso para continuar llevando su evangelio
neoliberal. ¿Qué estaremos pagando?
El pichón alanista nos sonríe de nuevo, dice sentirse tentado de “retomar la
lucha”, “cabalgar a rocinante”, pues solo él es capaz de ver lo que necesitan y piden los peruanos;
la Puka Fujimori reclama ufana una reivindicación, y el sistema viene alineando
sus fuerzas… ¡22 años bajo un régimen
con una constitución espuria nacida de un golpe! Vivimos bajo un régimen fortalecido que ha criminalizado la
protesta legítima de quienes no nos sentimos ciudadanos de segunda
categoría, ni perros del hortelano y menos aún nos engañamos con los cantos del cambio responsable. Un
sistema que intenta idiotizarnos, a diario, con una televisión saltimbanqui, escupidora de
sangre. Una prensa con collar y que muestra los dientes ante cualquier intento
de izquierda.
A siete
años de celebrar el Bicentenario, cuando debiera ser un diario quehacer el dejar atrás algunas taras
pertinaces en lo político, social y económico; aún continuamos sumergidos en la
nimiedad, la crispación y en una sensación enfermiza de estancamiento. Se
acercan las elecciones generales y, es una lástima, al parecer, nuevamente,
votaremos en contra de alguien y el que “triunfe” continuará llevando las
riendas del paraíso de la derecha y de los
grupos de poder económico.
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