lunes, 11 de febrero de 2013

Solo en casa... y anochece


"Los amigos vienen por el aire, los enemigos vienen a pie"

Willy Retto Torres, Jorge Luis Mendívil Trelles, Eduardo de la Piniella, Octavio Infante García, Amador García Yanque, Pedro Sánchez Gavidia, Félix Gavilán Huamán y Jorge Sedano Falcón.

A raíz de la lectura del blog "tiojuan" de mi maestro universitario Juan Gargurevich -cuatro detallados posts- sobre el caso Uchuraccay, recordé este suceso triste y aterrador de mi infancia. Era el atardecer de un 30 de enero de 1983; aún no iniciaba secundaria. Desperté luego de una siesta y estaba solo en casa, mi mamá y mi hermana habían salido a comprar algo: "Bueno, pensé, mi compañera la televisión estaba ahí". Mi insospechado despertar definitivo a la pubertad al alcance de la perilla de un pequeño televisor con antenas de conejo -a blanco y negro...-, nada  ni nadie me había preparado para lo que vería esa tarde. Serían casi las seis cuando televisaron la exhumación de los cuerpos de los ocho periodistas asesinados en Uchuraccay. Habían muchas personas: policías, comuneros y periodistas. Se podía notar a través de las imágenes que era un paraje escarpado, gris y olvidado de nuestra Sierra.
Uno a uno fueron desenterrando los cuerpos de las fosas, los  extraían, luego  eran desenvueltos de unos mantos o bolsas mientras un reportero informaba quién era y cómo había sido muerto. De pie frente al televisor no atiné a cambiar de canal y mucho menos a apagarlo, parecía  como hipnotizado, fascinado por esas visiones de pesadilla, era una película de terror pero real allá en el lejano Ayacucho (y este nombre quedó en mí, hasta ahora, relacionado con la insanía que puede desatar un ser humano contra otro ser humano); el reportero continuaba con su descripción detallada mientras yo miraba -sobrecogido- fijamente las heridas fatales que él iba describiendo. De todos los periodistas victimados recuerdo más a Jorge Sedano: su cuerpo inerte y desnudo mostraba las huellas brutales dejadas por las hachas y las piedras (usaron hachas, palos y piedras y los golpearon hasta matarlos decían). Llegó un momento en que creí notar sombras tras mi puerta de vidrios y me inquietó la demora de mi madre y de mi hermana. Tan ensimismado estaba que tampoco se me había ocurrido encender la luz. Pero luego todo terminó. La transmisión culminó y dejó lúgubres sensaciones en el aire. Las palabras: "terrorista" y "sinchi" aún hoy resuenan en mi memoria. Mi cuento personal de terror tuvo un final feliz:  ¡mi madre y mi hermana llegaron después !; pero y ellos...?

2 comentarios:

  1. YO TAMBIEN RECUERDO ESAS IMAGENES Y LAS BOLSAS NEGRAS DONDE SE LES COLOCABA. HUBO TODO UN DESPLIEGUE SOBRE LA NOTICIA QUE CONMOCIONO A TODA LA NACION. Y SIN EMBARGO,PESE A TODO, SE SIGUIÒ MATANDO A MÀS PERSONAS NO SÒLO EN AYACUCHO SINO EN OTROS PUEBLOS ALEDAÑOS. SOLO HASTA EL HORROR LLEGÒ A MIRAFLORES, SÒLO AHI SE SINTIÒ LA ERA UNA GUERRA QUE ESTÀBAMOS PERDIENDO. MUY BUENA LAS DESCRIPCIONES. UN ABRAZO.

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    1. hasta ahora reparo en que ese crimen "apenas" fue castigado, los verdaderos asesinos, todo apunta que fueron militares, siguen impunes. La historia oficial ha pasado todo por paños frios...

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