En 1864 un hombre fue a descubrir América y se encontró a si mismo
Siempre somos nosotros mismos y, en menor medida, quienes nos rodean, los que dirigimos y tomamos un rumbo el cual creemos es el correcto, pero luego la vida nos hace descubrir otras cosas y viramos hacia otro destino casi sin percatarnos de ello. Como dijera un personaje de una película: "Hay una línea en el camino que cuando la cruzas es más fácil llegar al final que volver al principio"
El teniente del ejército federal John Dumbar,
a punto de perder la pierna en plena guerra de secesión, se convierte en héroe,
es condecorado, y sus superiores le preguntan: “¿A dónde quiere ser destacado?”,
él responde sin titubeos: "Quiero conocer la frontera".
Al llegar al fuerte militar -si, acaso, un esbozo de fuerte a medio
construir-, en territorio indio, lo encuentra abandonado y en pésimas
condiciones. Fiel a sus órdenes y con una encomiable actitud decide quedarse y hacer
los arreglos posibles con la sola ayuda y compañía de su caballo
"Cisco". Mientras, espera la llegada de tropas.
La silenciosa vastedad de la pradera, las noches
solitarias y estrelladas, la abrumadora naturaleza con sus ondulantes
pastizales, colinas por doquier y milagrosos atardeceres, lo mueven a volcar en
un diario sus impresiones. No ve búfalos, tampoco indios. Solo la presencia de
un solitario lobo rompe su rutina al atardecer. Decide llamarlo : “Two socks”
pues sus dos patas delanteras blancas semejan dos medias.
Dumbar es otro lobo solitario en medio de
la soledad del paisaje y de su puesto militar. Él es un tipo íntegro, en el
fondo sabe que su presencia ahí no significa gran cosa, mientras allá en la “civilización”
la guerra continúa. Decide patrullar los alrededores siempre con un semblante
apacible, seguido a la distancia por la mirada curiosa de Two socks.
La brisa de la pradera se ha llevado las
voces ensordecedoras de la ciudad, de la
guerra y de su gente; y él pareciera despertar y oír mejor esa voz interior. Su
espíritu se alista para lo que vendrá. Poco a poco vislumbra el triste destino
de la guarnición y, al regreso de un patrullaje, descubre -Two socks los ve
primero y lo alerta al huir- la presencia de indios en su puesto.
Afortunadamente, y luego de algunos meses,
logra entablar comunicación con ellos y, estos, al verlo una tarde juguetear
con el lobo Two socks, deciden ponerle un nombre indio: “Danza con lobos”. Es
entonces cuando él deja de ser John Dumbar y se sumerge totalmente en lo indio
hasta el punto de ser considerado uno de ellos. Encuentra el amor en “Erguida con puño”, es considerado un amigo, un hermano por: “Viento en el pelo” y “Ave
pateadora”, además, logra por fin la
confianza de “Two socks” quien come de su mano y ya lo mira y espera a la
entrada de su puesto.
Los lobos son esquivos, viven en jaurías,
poseen una vida social jerarquizada y son recelosos de los humanos. La
aceptación de Two socks a la cercana presencia de Dumbar es un símbolo de la
bienvenida del vasto mundo nuevo de la pradera al contemplativo y ermitaño lobo
citadino.
Ahora, al ser uno de ellos, en su
fuero interno teme por el destino de la tribu. Sabe que una vez culmine la guerra en su "civilización",
América continuará su expansión y la vida de los suyos correrá peligro. Sin
embargo, aún le falta la prueba definitiva para considerarse a plenitud un
miembro más de los indios lakota aunque él no lo sabe: Enfrentar al hombre
blanco.
Trailer: Dances with wolves