lunes, 29 de abril de 2013

Solo una voz


Mi madre Elena ya había hablado por teléfono con  aquella persona unos días antes: "es una mujer", me dijo. Pero no fue sino hasta que yo pude -mera casualidad- contestar el teléfono y hablar con ella cuando sentí que una alegre y refrescante voz detenía mis otros 4 sentidos. Al inicio su tono fue neutro, pero al saber que era yo quien le hablaba en un instante su voz se volvió una  delicada y cristalina cascada que empezó a surcar todos los recodos y vericuetos dentro de mí. Una absoluta desconocida trastornando con su jovial y entusiasta voz mi mañana de otoño limeño. 
Aunque rendido ya ante aquella voz subyugante y de casi ímpetu caribeño me atreví a preguntar: "¿quién y de dónde eres?" pero ella no se dio por entendida y sin mucho esfuerzo continuó hablándome con una seguridad y encanto que me cuesta trabajo recordar en otros,  hasta me sugería algunas cosas que quizás pudiera  yo querer, me sentí algo abrumado pero tuve los reflejos para disuadirla de lo que yo consideraba excesivo, apenas si soltó unos nombres (aunque sospecho que no sean realmente suyos): Ana María.
El día señalado y a la  hora exacta llegó otro perfecto extraño a mi casa, previas coordinaciones con la bella desconocida: la sombra de un auto se detuvo, tocaron mi puerta, mi madre abrió, un breve intercambio de palabras y el desconocido -no se tomó siquiera la molestia de conocerme- dio media vuelta y regresó al anonimato llevándose para siempre el secreto de la identidad de aquella mujer de voz vivaz. Mi madre Elena tenía en sus manos ¡El Aleph prometido! Gracias por siempre Anie !!!

martes, 9 de abril de 2013

El Centenario de un pied noir: Albert Camus

Escena de la novela gráfica basada en la novela de Albert Camus: El extranjero. Meursault se reencuentra con María Cardona y disfrutan del mar y el sol del verano.

     "Fuera de estas molestias no me sentía demasiado desgraciado. Una vez más todo el problema consistía en matar el tiempo. A partir del instante en que aprendí a recordar, concluí por no aburrirme en absoluto." Monologa el extraño Meursault en un pasaje de la espléndida novela: El extranjero. Releerla ahora en estas circunstancias me ha hecho sentir más identificado que nunca con mi novela favorita desde los 16 años. Mis recuerdos bullen aunque  desordenados. Algunos amigos me dicen en broma, espero, que hago "regresión". Lo cierto, claro está, es que nunca había tenido tanto tiempo disponible para pensar y reflexionar. Estos estimulan  los recuerdos y, como Meursault, no me aburro en demasía.
El narrador protagonista de esta novela de la corriente existencialista está encarcelado y su vida plena entregada a satisfacer su cuerpo y sus sentidos quedó lejos tras los barrotes. Su vida en realidad era frugal, Meursault es casi un santo laico: observar una calle, nadar en el mar, el cine, un cigarrillo, un café con leche, la piel de María son sus grandes placeres. Él no abriga desmesurados ideales, tampoco afanes místico-religiosos, esos temas lo ponen de malhumor. Como en aquella canción del argentino Piero, Meursault solo ve la vida de Orán pasar. Aquí en mi convalecencia me sucede lo mismo.
     En otro pasaje Meursault discurre: "...encontré uno por uno, surgidos de lo hondo de mi fatiga, todos los ruidos familiares de una ciudad que amaba y de cierta hora en la que ocurríame sentirme feliz...Sí, era la hora en la que, hace ya mucho tiempo, me sentía contento. Entonces me esperaba siempre un sueño ligero y sin pesadillas." Por las mañanas, de algún lugar cercano, me llega el zureo de una paloma; por las tardes, antes que anochezca, el graznido de alguna ave que no he logrado identificar. El canto de los gallos me recuerdan a los gallos que tuve hace varios años, a uno de ellos le pusieron mi nombre. La corneta del panadero me trae imágenes de gatos, gatos devoradores de pan. Sí, pequeños momentos del efecto Proust me asaltan.
     Solo espero que el día final de mi convalecencia, para sentirme más joroschó, me reciban con gritos de júbilo,y, ¿por qué no? espero ver a alguna María Cardona sonriéndome con toda el alma.