lunes, 4 de marzo de 2013

Siguiendo a Ismael

             
            "Y entonces el Señor había preparado un gran pez para que se tragara a Jonás"

Nunca leí el libro, no tuve oportunidad. A veces -lástima- hay historias que solo puedes leer a determinada edad. Pero mi niño  interior goza de buena salud... Hace un par de semanas inicié su lectura con algunos altibajos. Lectura casi azarosa -la vista y el sopor no ayudan mucho-, las distracciones y una secreta certidumbre de aventurarme en una historia entrañable me han hecho degustarla de a pocos (lo realmente bueno debe disfrutarse así), sin embargo he tenido múltiples referencias de ella en toda mi vida : Moby Dick.
Cuando alguien recibe como obsequio un libro sabe que debe leerlo. Para mí es un acto de mucha generosidad (gracias, sí, tú), lo he hecho en contadas ocasiones...no por que no sea generoso sino que es complicado conocer gente que ame el leer. Este clásico de Herman Melville empezó a embaucarme (solo Dios o el diablo  sabe desde cuando), creo, a través de un dibujo animado: Bugs Bunny, más tarde una historieta argentina: SLOT BARR, luego una película que nunca vi, apenas la foto con Gregory Peck y, ya adulto, en los Simpson, donde Lisa le dice a Homero: "el mensaje de Moby Dick es que no puedes vengarte de un animal".
Había otro asunto antes de iniciar la lectura: ¡era una novela en PDF, lectura vía pantalla de una computadora! Nunca he leído una novela así; soy un lector a la antigua usanza...¿dónde quedaría el placer de disfrutar la tipografía, la textura del papel, la encuadernación, el sonido de la vuelta de página, la fragancia del libro? Pero era un regalo, así que sorteé con algunos reparos -una incierta sensación de traicionar al Sartrecillo valiente deambulaba por ahí- estos titubeos e inicié la lectura. Son 798 páginas...gracias vida por guardarme de ver la película.